"Había
una vez un filósofo engreído muy orgulloso de su propia sabiduría.
En
uno de sus viajes tenía que cruzar un gran río, así que contrató
los servicios de un humilde barquero, que llevaba muchos años
ganándose la vida con ese trabajo, para que le transportara hasta la
otra orilla.
Nada
más subirse a la barca, el filósofo, presto como siempre a mostrar
su ciencia, le preguntó al barquero:
-
¿Barquero,
has estudiado filosofía o leído a los grandes maestros?
-
No
– respondió- llevó en este trabajo desde que era casi un zagal y
la verdad es que ni siquiera sé leer.
-
Entonces,
buen hombre, has perdido la mitad de tu vida – sentenció el
filósofo con aires de superioridad-. El
barquero asintió con la cabeza sin molestarse y sonrió.
Al
cabo de un rato, cuando estaban ya en la mitad del cauce,
repentinamente se desató una tormenta y un fuerte viento hizo volcar
la embarcación cayendo al agua los dos hombres. El barquero al
percatarse de las dificultades del sabio para mantenerse a flote, le
preguntó:
-
¿Sabe
nadar, maestro?
-
¡Nooo!
– gritó asustado el filósofo mientras chapoteaba torpemente-
-
Entonces,
amigo mio, va a perder toda tu vida.
Y
así hubiera sido si el sencillo barquero no hubiera rescatado del
río al presuntuoso sabio, que desde aquel día aprendió a ser más
humilde y respetuoso."
Cuento tradicional marroquí